miércoles, 3 de junio de 2009

Más consigues, más querrás

Justo en este momento estoy escuchando "Texturas", de Soda Stereo, banda que algunos amamos y otros detestan (sin embargo los que amamos al grupo y sus creaciones entendemos por qué el resto no comparten), y la letra dice "más consigues, más querrás".
Supongo que a todos nos pasa seguido, pero esta vez necesito marcarlo! "tiempo al tiempo de volver a celebrar".
Cuando yo era chiquita, mis hermanos solían llevarme con ellos a pasear por el pueblo en el que vivíamos. Me subían a la luneta del Senda y ponían la música muy fuerte. Generalmente escuchabamos Soda. Siempre me gustó, sobre todo porque ellos son mi fuente y todo lo que los influencia también tiende a interesarme a mí. No creo que sea solo de gustos, me imagino que debo tener cierta predisposición mental, porque es un hecho que si algo no me gusta y ellos me confiesan que sí les agrada, instantáneamente le veo el lado positivo.
(Supongo que pasó con mis cuñadas: son geniales, ahora que las conozco.)

No me desvío más, lo prometo (mentira, yo no hago promesas), crecí escuchando Soda Stereo, porque aunque parezca mentira que una banda logre eso, hacía que me sienta más integrada a sus vidas. En el '97 yo tenía 6 años y nadie creería (las cosas que he hecho por ella? no,no!) lo que lloré por la separación de Cerati, Bosio y Alberti. No entendía bien quiénes eran por separado, con seis años suerte que sabía cuál era cada uno... pero lo sufrí. Me dolió aún más no haber tenido edad para ir a verlos. Pero mi hermano M me dijo: "Pitufa yo te prometo que cuando vuelvan te llevo, aunque sea el año que viene".
Diez años pasaron, DIEZ! y que nadie me venga diciendo que "nadie los esperó, ahora se hacen todos..." porque yo los esperé.
Y hoy, habiendo vivido eso, con diez años más que en 1997, no me arrepiento de esperarlos, porque significó más que un recital. Por más que hayamos ido con mucha gente con quien no tenía ganas de compartir ese momento, mi hermano y yo compartimos momentos únicos. Para mí no era solo una promesa, menos aún una que valía cien pesos, era más bien una esperanza, una salida. Era un respaldo, porque sabía que ese nexo nos unía a M y a mí.
Como ya dije, ya pasó (bah, lo dije y se sabe...¡no inventé nada esta vez!) pero me quedó uno de los mejores recuerdos.
Y ahora, escuchando (ya a esta altura cambió de canción nuestro querido Amarok, ahora suena Telekinesis) la mencionada música, me invade un frenesí impresionante (obvio que sigo sentada). Considero esta explosión de emociones una de esas situaciones inexplicables para el hombre. Es una mezcla de dicha por lo vivido y de miseria por el recuerdo de lo pasado, de lo que no va a volver.

Pero el truco es de apariencias y de eso mismo se tratan las cosas, por lo que acá no se dijo nada.
No se demostró nada.

Mentira, se demostró que no importa que haya conseguido lo que quise durante diez años, el apetito es insaciable. La codicia también. Ahora hay nuevas metas, nuevos proyectos.
Mientras más conseguimos, más queremos, porque así funcionamos, así funciono.

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